Yo tengo lengua y me dejo viajar. Cuando viajo, aveces carezco de ella. y es de ella entonces la culpa. la culpa que no tengo por catolica sino por mi cuerpo, la culpa que por falta de signos, simbolos y sonidos que engloban una lengua, me tenga que refugiar en el silencio del carino, en e sosten que da una caminata junto a un extranjero, en el no extranjero mundo del silencio.
Me siento en casa, y ahora con los recuerdos inicia el sonido de nuevo.
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