Un minuto de silencio por los te quieros que al decirlos dan miedo.
Por las frases que me quiero plagiar ausentes de comas.
Un minuto de silencio por los libros que no volvieron a sus dueños. Esos que siguen ahí en el túnel o el hoyo negro de lo que jamás se encontró. De los cepillos de cerdas que dejan lisitas las colas de caballo; del otro de alguno de ellos de que se perdió en la chancla escondida. Por los olvidos de ortografía, esos que no se mueren.
Por las frases que me quiero plagiar ausentes de comas.
Un minuto de silencio por los libros que no volvieron a sus dueños. Esos que siguen ahí en el túnel o el hoyo negro de lo que jamás se encontró. De los cepillos de cerdas que dejan lisitas las colas de caballo; del otro de alguno de ellos de que se perdió en la chancla escondida. Por los olvidos de ortografía, esos que no se mueren.
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