Apr 27, 2007

Sew World most wanted

Se supone que el final de un cuento corto debe de ser por propiedad, igual de corto. Pero, cuando se trata de ponerle a una historia verídica un final de cuento corto, se me vienen encima un millar de historias falsas. Una de ellas, la mas reciente, esta situada en Sea World, donde nunca he estado, ni estaré después de tantas historias siniestras que me inventado. Era pues un día soleado, yo, en lugar de yo, era un niño de 15 anos, un preadolescente con gustos metaleros y guitarra al lado. Sufría tanto sin darme cuenta que todo el dolor lo expulsaba usando palabras fuertes contra mi padre y mi hermano de 13 anos. Mi hermano y el muchacho que nos cuidaba, decía que todo era culpa de la música que escuchaba. “escuchar esa música solo provoca alteración en las hormonas, ganas de matar a alguien o paranoia” en ese tiempo yo no escuchaba nada. Pero se que en lo de la paranoia tenia la razón por completo. Me metía en el baño esperando que mis complejos y mi amigo imaginario me cuidaran la puerta. Me sentía seguro con ellos, por fin bañarme seria solo eso, las gotas de la regadera camuflajearian mis lagrimas.

Vuelvo al episodio de este acuario gigantesco.

Iba a mi lado una compañera de 16 que me gustaba. No era rockera, metalero ni nada, pero me gustaba. Era obvio para todos que no se bañaba. O al menos no se notaba. Y eso me gustaba, podía descubrir su presencia a kilómetros de distancia; su inconfundible olor la distinguía entre las demás, entre las niñas limpiecitas con olor a uva fresca, a cremitas que les regalaban en las tiendas.
Entramos por fin al acuario gigantesco de mi ensueño. Camino con mi esmerado aspecto rockero de los 80’s. con mi música punkera en los audífonos, con mis penas. Camino y me detengo cuando veo lo que temo: un pez exótico, perfecto. No recuerdo bien los colores pero eran muchos. Se camuflajeaban entre la gente, entre los demás peces y mariposas en las paredes. Lo vi fijamente a los ojos y sentí como el me regresaba la mirada latente y desafiante. La mire a ella y sin decir nada asintió con la mirada en el decisión que ambos deberíamos tomar. Digo ambos porque ahora al paso del tiempo yo, a mis 1 anos de edad no pude haber hecho solo. Me acerque y ella con sus ojos amarillos casi verdes me sonríe como la niña mala de Vargas llosa, no puede ser otra. Me acerco y le saco primero el izquierdo, me lo guardo en el bolsillo izquierdo de mi pantalón y después le saco el ojo derecho al pez exótico. Me lo pongo el bolsillo derecho de mis Dickies y me salgo sonriendo. Ella no me persiguió, ni se asusto, ni parpadeo. Siguió mirando el acuario mientras sus olores se confundían entre todos mientras yo me salía y sonaba como algún día le contaría esta historia a alguien. Como te la contaría a ti.

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