Mar 15, 2006

Las vueltas

"los muertos no van a ningún lado, son los vivos los que no saben a donde van: los muertos y ellos mismos", así irrumpió Cazals al defender su tesis atacadas con preguntas aventuradas de periodistas protagonistas. Responde, siempre, rascando en la pregunta y tirando el microfono con los ojos. Yo lo miraba con mis ojos de segundos y de calma. Las palabras alargadas se extinguen por los años. después algo resucita en mi por arte de magia, unas palabras refraneadas, llenas de regionalismos, tan vanas. pueden llegar mas a fondo cuando se mezclan en lava. lava de besos y camisas abotonadas. En el aire, aspire idea Rulfiana; y, pese a que los actores y las tramas son desentramas, me dejé persuadir por el viento de la madrugada. Pensé, después, al salir de la sala, en lo recurrente. Como siempre, es la muerte. Pero una diferente, una que me deja pensando en la elección de ser fuerte. Pues aunque me repitan que todo es claro y se mueve, tengo a esta altura una fe, alta y coherente; una fe, como se supone debe ser la fe: ciega, demente; una fe que me supone y me compra mucho, mucho más de lo que vende. Mi fe consiste e insiste y tiene raiz en lo que esta delante de mi y no siento. En aquello mundano que no quiero ver por culpa de mi autoengaño. No puedo evitarlo, el análisis me lleva a tener costumbres ancestrales, a creer en algo, gozarme. Que rico, que paz se siente cegarme.
Las vueltas del Citrillo, rescata, a mi juicio, un lenguaje que tenemos en el olvido, mismo que me lleva a persuadir la calma, a rescatar un momento de la noche. a encontrarme sola y oler y sentir que alguien me toca, sin miedo, sin sombras. Me fui al cine sola. Regrese acompañada, llena de mi.

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