Ya es Julio. Hoy sin querer, me di cuenta que se cumple un ano desde que deje mi anterior trabajo para -segun eso- tener nuevos aires, despejarme, alejarme de antiguas relaciones viciosas, renovarme. Que ironia. Mi vida en este ano a sido como cuando voy (casi obligada por mi hermana) a darle vueltas al parque de Bonita: caminatas en circulo a las que no le encuentro el fin. Pese que camino al aire libre me siento encerrada, abrumada. Y lo peor, cuando termino regreso al mismo punto donde nos espera el carro. O debo decir lo mejor? La ironia pues radica en que me sali del laberinto para entrar a otro engranaje vicioso de las mismas relaciones, mismo engranaje emocional de tomarme las cosas personal. De llorar escondida porque no puedo ayudar mas de lo que ayudo. Porque a pesar de todos los esfuerzos, reclamos, cambios de direcciones, adioses y soledades sigo dando vueltas sobre mi misma. Imposible soy. Imposible es dejar ir a lo unico que me ha mantenido viva. A este estira y aprieta de afecto. A este vicio de melancholia.