Jan 21, 2006

Y cuando desperté el tatuaje seguía ahí. En los días lejanos en que el rimel y el filtro de la ironía solían tener importancia en el sentido de lo irreparable, el cruce de miradas era sólo un pretexto para una idea, mas no el fin. El fin: era un movimiento cíclico con intención de postergarse. De cernir sentimientos. Hoy hasta lo irreparable tiene arreglo. Goza de filtros silenciosos y específicos como las letras a cuestas. Que burla. Atrás quedaron los desvelos para presenciar los motivos de una carta. Detener la gota que del ojo salta para no mostrarte mi dolor. En neblinas quedaron los intentos de ser romántica y esperar sentada a recibir tu carta. Al parecer ya puedo hacer lo que quiera, ya todo parece remendable. La lluvia, los tatuajes, el silencio de meses y tu nombre. En llamas.. Hoy la meta es a la Monterroso: abigarrarse la piel, sintetizar el alma.

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The lesser blessed

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