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  La lectura le ayuda a liberarse de sus cárceles. Mientras leo, identifico las metáforas con la etapa de su vida y levanto un poco la vista. El, en cambio riñe con las cobijas bajo los pies. Pero se muy bien que piensa mucho, todo el tiempo, todo lo bueno. Se que me pone atención cuando me corrige por primera vez. Ya se esta dando cuenta que me como palabras. Lo abrazo porque me nace un abrazo. El no mueve un dedo. Es mejor, mucho mejor así.
  
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  La mira muy fijamente a los ojos y le pregunta si se quedara. Ella hace como que no entiende el idioma, pero por dentro se sonroja. Salukita. “No te puedo besar, porque tu beso no tiene el aroma de la flor blanca”. Eso debió decirle ella, en lugar de hacerse la tonta.
  
  
  Tu abrazo aquieta llamas. Cose las cenizas.

• Estaba muy tranquila en el parque y una mujer me miraba, me interrumpía. Empecé a ignorarla. Empezó a seguirme. Esta afuera de la puerta. Estoy hablando quedito mientras escribo lo que escribo. Hay una intrusa en mi historia, pero no puedo ver su cara. No hace ruido, su piel es muy oscura, mucho más que la mía. A esta hora ya no salgo, su piel se ha de confundir otra vez, voy a prender una vela y a rezarle a mi terapeuta.
  
  
  
• No merezco privilegios, y aun así tengo libros nuevos. No son míos, pero los tengo conmigo. Son libros que yo no habría comprado en mi sano juicio, pero que leeré porque alguien de buen juicio y de dudosa salud me los presto. Harry Potter and the chamber of secrets, Stephen King Cycle of the werewolf, Snow white (mejorada y aumentada), thesaurus, Henry. Cada uno de estos libros me abre una página a otro. Y otro.
  
  Entre todos ellos hay uno mió, realmente mió. Es un regalo del autor, con una dedicación impersonal y común al igual que el libro.
  
  Amo que el cinismo habite en mi.